Tus ríos de risas, de antaño,
murieron en el desdén
de la juventud ansiosa.
Se ahogaron en la desesperación
que provoca la espera
y los carnavales no los volvieron a llenar.
Refugiada entre tus cordilleras,
en la nostalgia de ayeres,
permaneces viendo tu flor
marchitarse en el frío de la soledad.
Y tus jóvenes se marchan, parten
buscando hallar algo
que en ti no pudieron ver.
Tu iglesia, de estilo barroco,
hoy no es más que ruinas,
sin feligreses y sin
los niños
que jueguen en su patio.
El cura de turno da el sermón
del olvido a las estatuas
de los santos que parten
en busca de mejores ofertas, mejores limosnas.
Los senderos de las laderas
ya no conducen a ningún lado,
se cubrieron de cardos y de abandonos.
Las aulas desiertas solo enseñan
a resignarse en el silencio
a ese partir/ sabiduría de este tiempo.
Se alejan, parten y se irán,
y tú ¿Qué harás par retenerlos?.
Tierra de indios en otra época,
comunidad, amistad social,
te quedaras con tus churquis
y tus thakos, sin poder competir con este
motor de la actual sociedad:
Capital o dinero,
que empañan tus glorias antiguas
con sus tecnologías en esplendor.