jueves, 11 de abril de 2013

La razón de mi desvelo.


El silencio, indomable, no se acalló en mi mente.

Mientras tu recuerdo
me arrastraba nuevamente a los brazos del insomnio
descorché un vino y me senté a esperar tu ausencia;
serví dos copas e imaginé como te marchabas sin haber venido
y aunque te amé tanto como te amaste
debo dejar que sigas en tu vuelo sin amarrarme a tus alas.

Ni vos ni yo lo sabremos;
Solo dios sabe lo que te amé.

Ahora me protejo entre las sombras al pasar por la calle,
mientras lentamente la noche se va escurriendo por las ranuras de luz

y la luna se desliza por mi piel que ya no siente ni el frío de esta soledad.
Me acompaña solo la  esperanza de verte asomar a tu balcón,
pero ya ves
me contento con que seas solo una silueta tras las cortinas.