El silencio, indomable, no se acalló en mi mente.
Mientras tu recuerdo
me arrastraba nuevamente a los brazos del insomnio
descorché un vino y me senté a esperar tu ausencia;
serví dos copas e imaginé como te marchabas sin haber venido
y aunque te amé tanto como te amaste
debo dejar que sigas en tu vuelo sin amarrarme a tus alas.
Ni vos ni yo lo sabremos;
Solo dios sabe lo que te amé.
Ahora me protejo entre las sombras al pasar por la calle,
mientras lentamente la noche se va escurriendo por las
ranuras de luz
Me acompaña solo la
esperanza de verte asomar a tu balcón,
pero ya ves
me contento con que seas solo una silueta tras las cortinas.